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Tuesday, October 1, 2013

Ana de Castro



ANA  DE  CASTRO

Juan Lara Guido


 Nació en Valdepeñas, a finales del siglo XVI.

Célebre poetisa y escritora del siglo XVII. Lope de Vega, en  el  Laurel de Apolo, Silva I, hace el siguiente elogio de doña Ana:

“Pero volviendo aquel lugar dichoso
Que fue de frey Miguel patria florida
La fama con el vuelo vagaroso
En los tornos del aire sostenida,
Cual suele en la extendida
Tierra mirar el águila la presa,
Miró para esta empresa
A doña Ana de Castro, y no la hallaba,
Porque en la corte de Felipe estaba.
Oh tú, nueva Corina,
Que olvidas la del griego Archelodoro,
A quien Dafne se inclina
Y el cisne más canoro
¿De quién mejor pudiera
Fiar Apolo los coturnos de oro,
Si Píndaro viviera,
Para laurel de tanto desafío?
¡Oh ninfa ya de nuestro patrio rio!
Pretende el lauro verde,
Que nunca al hielo la esmeralda pierde;
Y pues das a Felipe eternidades,
Y pues das a Felipe eternidades,
Reserva para ti siglos de edades”.

Ana de Castro fue una poetisa y biógrafa del Siglo de Oro español, nacida en valdepeñas, como hemos dicho anteriormente, a finales del siglo XVI y afincada en Madrid. Dedicó su obra a ensalzar la figura del rey Felipe III. Y escribió un libro, la  única obra que se conserva de esta autora, llamado:
Eternidad del rey Don Felipe III, nuestro señor, el piadoso. Discurso de su vida y santas costumbres, al Sermo. Sr. Cardenal infante, su hijo. Con privilegio, en Madrid, por la viuda de Alonso Martín, año 1629.
Son 56 hojas, en 8º, con Aprobación de fray Ortensio Félix Paravicino, Madrid 4 de abril de 1624, y Licencia de Don Gabriel de Moncada, 28 de marzo de 1629.

De niña conoció al Infante don Fernando de Austria y luego formó parte del círculo íntimo de la Casa Real e intima amiga de los Duques de Lerma y Uceda.

Se sabe acerca de ella por los innumerables poemas y prosas laudatorias que sobre ella y para ella escribieron principales poetas y escritores de la época, como:
 Lope de Vega, Quevedo, Valdivieso Mira de Amescua, Bocangel, López Zárate, Pérez de Montalbán, Pellicer, Juana de Luna Toledo, Mariana Manuela de Mendoza, Victoria de Leiva, Catalina del Rio, Ana María de Castro, El Duque de Lerma, El Marqués de Alcañizas, El Conde de Siruelo, El Conde de la Roca, Gaspar Bonifaz, Agustín M. Vasconcelos, Antonio Herrera Manrique, Mira de Amescua, Jacinto Bocanegra, Francisco López de Zárate, Juan Pérez de Montalván, José de Valdivieso, Miguel de Silveira, Antonio Carnero, Francisco de Villalobos y Tapia, Juan de Andosilla Larramendi, José Pellicer, Alonso de Peralta y Cabrera, Agustín Collado del Hierro, Clara María Madrigal, Justa Sánchez del Castillo, Lope Sánchez de Valenzuela, Diego de Vargas, Luis Alfonso de Ayala, Francisco de Vivanco, Jorge de Tovar Valderrama.

Ante tanto admiradores se deduce que fue una mujer muy bella en ilustrada, muy admirada por sus coetáneos. Así por ejemplo, a pesar de la misoginia que Quevedo demostró hacia las escritoras y poetisas de su época, colaboró en sus escritos. Jauralde afirmó de ella: “Ana de Castro Egas es una dama de la Corte con merecida fama de letrada”.

Mencionan a Ana de Castro: Bartolomé José Gallardo: Ensayo de una biblioteca española. Madrid, 1863. Tomo 2º.
Nicolás Antonio, Biblioteca Hispano Nova. Tomo 38. Página 190 y 530.
Se cree que pudo haber utilizado el seudónimo de “Anarda” para firmar varias décimas escritas en la década de 1620. Tirso de Molina, en su novela Cigarrales de Toledo, tiene como protagonista a una tal “Anarda” que es académica de la Corte.

Fue junto a Lope de Vega la promotora de incluir mujeres en los círculos literarios y académicos, con ella colaboraron especialmente siete mujeres, entre las que se encontraban su sobrina Catalina del Rio, y sus primas Clara María y Ana María de Castro. Así, por ejemplo, Lope de Vega escribió sobre ella en su obra “El Laurel de Apolo”.