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Thursday, February 9, 2017

LA FIESTA NACIONAL - EL TORO BRAVO


LA FIESTA NACIONAL DEL TORO BRAVO - I Parte

Principios de la Tauromaquia

         La llegada de Felipe V (16 de noviembre de 1700) al trono español supuso un importante cambio en las costumbres de nuestra nación. El nieto de Luis XIV se había educado en la corte del país vecino, cuyo refinamiento era de lo más exquisito, y sus formas y maneras contrastaban con las de los españoles, recién salidos de una durísima guerra, precisamente la que le valdría a Felipe de Anjou la corona de España gracias a la paz de Utrecht.
Los cortesanos que llegaban a España desde Francia, acompañando a Felipe V, estaban hechos al lujo de las fiestas palaciegas, a la cultura, la música, el arte, y no encajaban con aquellos espectáculos taurinos, que, por otra parte, eran mucho más cruentos que los que conocemos en la actualidad. Nuestra aristocracia, que gustaba alancear toros y del toreo a la jineta, quedó deslumbrada por el nuevo estilo cortesano y embobada con todo lo que sonara a francés, se apartó del noble ejercicio del toreo ecuestre para satisfacer las nuevas exigencias sociales.
La llamada “sociedad culta” española poco a poco rechazó la fiesta de los toros. Unos pocos nobles –Jerónimo de Olazo, Luis Peña y Bernardino de la Canal- lucharon por la supervivencia del toreo a caballo, pero baldíamente: en tiempos de Felipe V, la afición a la Fiesta, tal y como se había entendido hasta entonces, agonizaba.
Cuenta Nicolás Fernández de Moratín que:
 “Como dice el señor Felipe V no gustó de estas funciones lo olvidando la nobleza; pero no faltando la afición de los españoles, se dio la plebe a ejecutar su valor matando toros a pie, cuerpo a cuerpo, con la espada, lo cual no es menor atrevimiento y sin disputa es la hazaña de este siglo”.

El Toreo a caballo en el Medievo.
Se tiene noticias de la existencia del toreo a caballo en España que se remontan al Siglo IX y que coinciden históricamente con la introducción del uso del estribo en la monta a caballo en Europa, con cuyo fundamento se vio favorecida la institucionalización de la caballería occidental, proyectada hacia el mundo de la milicia y al terreno de lo festivo en pleno esplendor del feudalismo. Más adelante, en el siglo XIII, el toreo a caballo, como consecuencia de una disposición legal del rey Alfonso X, el Sabio, adoptaba en el Código de las Siete Partidas, quedará oficialmente aceptado como manifestación festiva que permitía a la nobleza mostrarse al pueblo en los eventos celebrativos de la Corte.
Esta disposición de Alfonso X condenaba la práctica taurina de los “matatoros”, acusándolos de hacerlo por dinero, mientras que permitía lidiar a los que lo hicieran “Sin precio, sin cobrar, sólo para demostrar su fuerza”, es decir, a los nobles montados a caballo, motivo que les aportaría aureola de “hombres valientes y esforzados.
Hay que tener en cuenta que en aquél entonces, de manera simultánea, se lidiaban toros por los pueblos a pie, y por la nobleza, a caballo. Utilizando el alanceamiento de los toros como una práctica de entrenamiento militar, y que alcanzó cotas de máximo seguimiento entrando ya el siglo XV.
Su técnica, alrededor de un primigenio uso de lanza y espada, se fue perfeccionando hasta culminar en las distintas variantes que dominaron en su ejecución en la Edad Moderna.


Los caballeros durante la Edad Medieval, principalmente, dispusieron de ejercicios y juegos para prepararse para la guerra en tiempos de paz. Así debemos entender la proliferación de encuentros festivos en los que se competía en justas y torneos o se jugaba a la sortija o a los tablados. El panorama festivo caballeresco hispánico introdujo dentro de esa esfera práctica y lúdica, como algo propio, el juego de cañas y el alanceamiento de los toros.

Sobre estas crónicas de nobles y reyes del medievo histórico nos dan cuenta de ello y lo dejaron escrito, algunos escritores como Díez Games, Galíndez de Carvajal y Ginés Pérez, que en sus “Guerras Civiles de Granada”, libro impreso en el año 1756, y que nos cuenta cómo era el alanceamiento de los toros y los juegos de cañas entre caballeros, y algunos juegos más que servían de fiesta y entrenamiento militar en la Vega de Granada, y en general, en la Península Ibérica.
Contiuará...