Juan Lara Guido
GREGORIO PRIETO (III Parte)
Gregorio Prieto regala 240 obras suyas
a Valdepeñas[1]
16 noviembre 1982
El Museo de Los
Molinos del pintor Gregorio Prieto, que fue inaugurado la semana pasada en su
Valdepeñas natal, recoge 240 obras del artista: óleos, en su mayoría, dibujos,
grabados, collages, fotomontajes, así como tres piezas artísticas donadas por
Gregorio Prieto: un retablo del siglo XVII y dos tallas (una representa a un
arcángel del siglo XVII y la otra un Espíritu Santo, que ha sido colocada en la
bóveda que culmina el edificio).
El Museo recoge
también una amplia muestre bibliográfica sobre el artista y numerosas carpetas y
libros escritos e ilustrados por Gregorio Prieto.
Completando las
obras de arte, el museo recoge también una amplia muestra de la bibliografía
existente sobre el artista, así como numerosas carpetas y libros escritos e
ilustrados por él.
Representación de los Molinos.
Una buena parte
de los óleos son representaciones de los molinos de viento con que el pintor se
ha ido topando por medio mundo. Molinos manchegos, por supuesto, pero también
de Italia, Grecia, Holanda, Inglaterra, Austria, Nueva York… Molinos todos
ellos que han tenido un adalid, un recuperador, en la persona de Gregorio
Prieto. Las distintas épocas de su obra están representadas en el museo. Desde
el impresionismo inicial en los años veinte hasta sus últimas obras, remozadas
de todo el quehacer anterior pasando por los maniquíes de la época parisiense;
la serenidad clásica de su época griega; el artista de la Generación del 27
(Lorca, Cernuda, Aleixandre, etc.); el expresionismo exacerbado de su época
manchega, tocada por el uso intensivo del color; el postismo, su etapa más
desconocida de público y crítica, que tanto le interesaba allá por los inicios
de la posguerra, al alimón con el pintor y poeta Eduardo Chicharro.
De esta época
están representados más de una veintena de Collages
fotomontajes que festejan polifacéticamente la imaginación más desatada.
La tendencia a
la eternidad local y universal del artista comenzó en 1952 con la construcción,
en Valdepeñas, del Molino de Gregorio Prieto. Son 1400 m2 en dos pisos, entre los que se reparten tres
salas que recuerdan la más purista arquitectura manchega de los siglos XVII y
XVIII.
Vicente Nello,
pintor local, ha sido el diseñador del edificio, su arquitecto en funciones,
por iniciativa del Ayuntamiento de la ciudad y de su alcalde, Don Esteban López
Vega. El edificio, construido a modo de palacio, imita hasta el más mínimo
detalle las casas solariegas manchegas de la Ilustración. La inmensa mayoría de
sus elementos decorativos y arquitectónicos provienen de los restos conservados tras la demolición
de viviendas antiguas, palacios y colegios valdepeñeros, celosamente,
conservados por sus munícipes a lo largo de los años para gloria del pintor.
Maderas, tejas, ventanas, cancelas, puertas, vigas, rejas, escudos heráldicos,
mobiliario. La misma piedra de los zócalos y de los contrafuertes son restos
nobles que en otro tiempo adornaron las calles y patios de las casonas de
Valdepeñas. Dos patios internos purifican de la luz al museo.
En un lateral
del museo se le ha construido a Gregorio Prieto una vivienda completa, cuyas
ventanas dan al patio central. “Cuando
venga a Valdepeñas a pasar alguna temporada con el buen tiempo”, comenta
Vicente Nello, “Como nos tiene prometido,
Gregorio, va a estar viviendo en su mundo, entre cuadros y ángeles, como a él
le gusta”.
Valdepeñas recibe del pintor Gregorio
Prieto su colección de obras de Arte[2].
6 mayo 1985
La ciudad de
Valdepeñas contará con una de las mejores colecciones públicas españolas de
arte contemporáneo, gracias a la entrega del patrimonio personal del pintor
Gregorio Prieto, a lo que será la fundación que lleva su nombre. Esta colección
está formada por numerosos fondos de pintura, escultura y antigüedades
atesorados por el artista de Valdepeñas a lo largo de toda su vida. Hasta el
momento, según el pintor Vicente Nello, que está realizando el inventario de
dichos fondos, se encuentran debidamente
catalogadas más de 1200 piezas, pudiendo llegar hasta 2000 la totalidad de las
obras de arte recogidas, entre las
elaboradas por Gregorio Prieto y las firmadas por otros artistas, entre las que
se pueden encontrar obras de Francis
Bacon, Matisse, Braque, Chagall, Max Ernst, Henry Moore, Chirico y de los
españoles Zurbarán, Francisco de Goya, Picasso, Tapies, Solana, Vázquez Díaz,
Darío de Regollos, Nonell, José Guerrero, García Lorca, Alberti y Pancho
Cossío.
Con la firma de
la escritura de compra-venta de la casa donde se situará la Fundación, se
cumplen así los deseos de Gregorio Prieto de traer a su pueblo natal este
importante legado artístico. La casa adquirida, que será restaurada para
adecuarla a los fondos que va albergar, tiene una superficie de 2000 m2. y
su costo de 18 millones de pesetas.
La obra de Gregorio Prieto.
Está considerado uno de los Museos privados más importantes
de Castilla-La Mancha.
Una típica casa
manchega del siglo XVII sirve de sede a este museo que exhibe, desde 1987, el
trabajo pictórico y el patrimonio donados por Gregorio Prieto. Su fondo está
compuesto por 3000 obras de arte, la mayor parte de Gregorio Prieto, aunque
también hay cuadros de pintores nacionales como Picasso, De Pissis y Vázquez
Díaz y de otros artistas extranjeros. Además de la colección de tallas de
madera de los siglos XVII y XVIII.
El recorrido
por las salas permite contemplar la evolución de la obra de Gregorio Prieto,
desde su época impresionista hasta el surrealismo, pasando por las etapas
griega y romana, y su famosa etapa postista, donde destacan las surrealistas y
metafísicas, fotografías tan características de este movimiento.
El edificio que
alberga este importante museo privado pertenece a la arquitectura civil
manchega de los siglos XVII y XVIII y posee un dintel blasonado, una puerta
tachonada y un patio central de columnas, con galería superior abierta al
patio. El cuerpo central de la casa y algunas zonas industriales, como la
bodega, se conserva íntegramente; el resto es de nueva construcción.
Gregorio Prieto escribe un libro sobre
Luis Cernuda[3]
7 Enero 1984
La escritora Rosa Chacel presentó en la
Casa de Cultura de Ciudad Real la obra inédita del pintor Gregorio Prieto Cernuda en Línea, libro con el que el
artista manchego ha querido inmortalizar en forma de texto y de imágenes
plásticas su memoria del gran amigo Cernuda. El acto contó también con la
participación activa de los poetas José María González y Prado de
Juan. Rosa Chacel, amiga de ambos desde su primera juventud, quiso desde
el inicio de su intervención desvelar el recuerdo común de aquellos tiempos.
“En este libro”, apuntó, “en la presencia de estas dos criaturas fraternas en
el tiempo, se hace patente lo más grave y sustancial para mí, sencillamente
nuestras vidas”. Destacó la escritora la importancia decisiva que tuvo ese
Museo de Reproducciones y del Arte Antiguo que es el Casón de Madrid en la
formación artística de Gregorio Prieto. “Si Gregorio no hubiera vivido el
Casón, no sería el artista que es. Que sería otro, no cabe duda”.
De entre todos los recién aparecidos en
Madrid, la figura más singular para la escritora fue la de Luis Cernuda,
“singular por su delicado y silencioso aparecer, singularidad o rareza que
consistía en aparecer como de paso y quedar con una excepcional firmeza”.
“Tanto el poeta glosado como el glosador, coinciden en la pasión por los
cuerpos. Uno y otro se agotan en el ansia por la presencia y la figura.
Cuerpos, formas… ante ellos la pasión alcanza el éxtasis pero aunque plenamente
logrado, el prurito o delirio de repetición sigue inagotable…”.
En torno a Gregorio Prieto giró, en el
salón de actos de la Casa de la Cultura de Ciudad Real, la curiosidad de un
público por conocer sus relaciones con Cernuda. Así, el pintor revivió algunas
anécdotas y momentos convividos junto al malagueño, al que calificó en varias
ocasiones de un ser raro, extraño y sufrido. “Era un solitario tremando, irresistible”,
recuerda Gregorio Prieto; “íbamos a comer juntos a un restaurante y se sentaba
en una mesa él solo. Estaba muy necesitado de amistad y de amor”. También
recordó las relaciones de Cernuda con algunas damas intelectuales de la época:
Nieves de Madariaga, Felicidad Blanch, la misma Rosa Chacel…, según aquél,
“todas se enamoraban de Luis”, lo que no pareció del todo exacto a la escritora
presente.
El
Molino-Museo de Gregorio Prieto.
Fruto de su amor y lucha por los
molinos, fue la construcción en Valdepeñas en la década de los 50, del mayor
molino del mundo construido por albañiles y carpinteros molineros de la ciudad
de Valdepeñas, que tendría como misión albergar una colección de las obras que
Gregorio Prieto realizaba sobre la molinería. Como decía Gregorio “Pretendo que mi molino sea madre y símbolo
de todos los demás”.
Este molino es hoy en día el homenaje
de Valdepeñas y del pintor, a estos monumentos campesinos que ennoblecían, no
hace tanto tiempo, la llanura manchega.
Una
exposición demuestra el papel clave del Pintor
En
la Generación del 27
“Muchos
tiran mis dibujos, Gregorio, pero yo te los doy porque sé que tú los guardas, y
algún día, cuando me muera, los harás famosos”.
Así se dirigía Federico García Lorca a
su amigo, el pintor Gregorio Prieto, mientras ambos vivían en la Residencia de
Estudiantes de Madrid. Más de 70 años después esta institución ha organizado
una muestra titulada “Cernuda-Lorca-Prieto:
Dos Poetas y un Pintor”. Donde se repasa la amistad que unió a estos
personajes de la generación del 27. Once cuadros de Prieto, dibujos de Lorca,
cartas e ilustraciones componen la exposición.
Desde luego que Federico García Lorca
(Granada 1898-1936), uno de los poetas y autores teatrales más importantes de
este siglo, no ha necesitado de la difusión de sus sencillos, exquisitos y casi infantiles dibujos para alcanzar la
fama. Pero en verdad que Gregorio Prieto guardó las composiciones del genial
granadino y a la muerte del pintor las ha conservado la Fundación que lleva el
nombre del artista. Precisamente ha sido esta Fundación, junto con la
Residencia de Estudiantes y el patrocinio de una empresa de electricidad, la
que ha organizado la muestra que cierra una serie de actos dedicados al
centenario al nacimiento de Prieto. La Residencia de Estudiantes fue a lo largo
de la década de los años veinte uno de los núcleos de desarrollo, del
surrealismo, un movimiento al que se sumaron los tres amigos. En el complejo de
la calle madrileña del Pinar, en pleno centro de la capital, residieron, entre
otros, Lorca, Luis Buñuel, Salvador Dalí, Emilio Prados, Pepín Bello o Moreno
Villa, y artistas como José Caballero, Maruja Malló o Benjamín Palencia
frecuentaron aquel ambiente
Exposición en Toledo[4]
21 junio 1987
Una
exposición del pintor Gregorio Prieto fue inaugurada el viernes en el toledano
Museo de Santa Cruz. La muestra reúne una selección de 53 obras, que
representan las distintas etapas que definen la evolución creadora del pintor
nacido en Valdepeñas (C. Real) hace ahora 90 años. Tras haber pasado por
Valdepeñas y C. Real capital, se expone en Toledo a iniciativa de la Consejería de Cultura del Gobierno
autónomo, en colaboración de la Fundación Gregorio Prieto, la obra más
representativa del pintor nacido en el corazón de La Mancha “en el que se resume todo el siglo XX”. Los
cuadros que aquí se muestran, elegidos entre los 3.225 originales que posee la
fundación, permiten una visión global de la prolífica obra de Prieto.
La exposición
permanecerá abierta en las salas del Museo de Santa Cruz hasta el 27 de julio,
para recorrer hasta octubre las cinco provincias de Castilla-La Mancha.
María José
Salazar, comisaria de la exposición inaugurada ayer y que permanecerá abierta
hasta finales del próximo mes de enero, calificó de “historia de una amistad” el repaso a la relación entre Prieto,
Lorca y Cernuda. La comisaria destacó que Prieto fue el primero que valoró los
dibujos de Lorca, al tiempo que resaltó que el pintor introdujo a escritores
como Rafael Alberti en el círculo de la Residencia de Estudiantes.
Destrozada la
Generación del 27 por los fusilamientos, las cárceles o los exilios, Gregorio
retomó su amistad con Luis Cernuda en el Reino Unido. Nacido en 1902 en Sevilla
y profesor de literatura española, Cernuda conseguiría con El joven Marino, peto sobre todo con su libro de poemas La Realidad y el Deseo, consagrarse como
uno de los mejores poetas de su generación. Dio clases en varias ciudades
británicas durante los primeros años de su exilio para trasladarse a Estados
Unidos, donde vivió entre 1947 y 1952.
A partir del
año siguiente residió en México donde murió en 1963. La Residencia de
Estudiantes recibió el legado de libros, fotos y manuscritos del poeta
sevillano el pasado mes de mayo. Esta aportación vino a engrosar los
valiosísimos fondos que esta institución custodia de muchos intelectuales y
escritores de la generación del 27.
Exilio británico
Algunas cartas
que se exhiben en la muestra de la Residencia de Estudiantes dan cuenta del
cariño que se profesaron Prieto y Cernuda y de su profunda amistad acrecentada
por las duras condiciones del destierro. En 1976 el pintor dejó escrito:
“Luis Cernuda y yo fuimos siempre buenos amigos durante los
nueve años que el poeta residió en Inglaterra. El sentimiento de eternidad fue
lo que realmente nos unió. Compenetrados en mutua caracteres contradictorios en
diferentes sentidos, pudimos sobrellevar tantas desdichas y guerras que atacaban
a Europa entonces, gracias a esta atmósfera tan bella en el ambiente nórdico”.
En la obra
gráfica de Gregorio que muestra la exposición de la Residencia de Estudiantes
se incluyen retratos de Gregorio Prieto, Lorca y Cernuda, así como otras pinturas
que resumen sus etapas artísticas. Las publicaciones motivadas por estos años
de amistad están representadas por los escritos de Lorca ilustrados por Prieto.
De cualquier modo, Prieto jugó un papel determinante como animador cultural de
la generación del 27 que muchos especialistas han definido como un grupo
básicamente integrado por pintores y por poetas. Buena prueba de ello dieron
con su amistad Prieto, Lorca y Cernuda.
Gregorio Prieto:
El “Postismo” es como un milagro[5]
7 Marzo 1978
Hoy se inaugura en la sala grande de la
Biblioteca Nacional una exposición antológica del pintor español Gregorio
Prieto. En ella se exhibirán un total de 130 obras, y probablemente, lo más
espectacular de la misma sea exhibición, por primera vez, de numerosas obras “postistas”.
Prieto y Eduardo Chicharro, “Chebé”, fueron creadores de un extraño movimiento
que a juicio del pintor “No existe,
existiendo”.
La
entrevista:
“El “Postismo” surgió exactamente en
1930, declaraba a El País el pintor.
Nació en Roma y surge de la fotografía. Eduardo Chicharro, que para la
literatura y el “postismo” firmaba “Chebé”, tenía una auténtica obsesión por
ser amigo mío, pero tenía un tipo de vida y de pintura que a mí no me iba.
Insistió en ser amigo mío, y nos decidimos a comprar una cámara de fotografías.
Chabé decía de mí que era un “narcisista” y la verdad es que sí lo era.
Pensábamos las fotografías y en todas ellas era yo el modelo”. “Valle-Inclán,
que entonces era el director de la Academia de España en Roma, en donde
vivíamos Eduardo y yo, cada vez que nos veía la cámara decía “Ahí están esos dos locazos”. Lo cierto
es que yo debía de tener cierto atractivo como modelo porque cuando fui a
Copenhague, en el año 30, Dreyer, el realizador de la maravillosa Juana de Arco, película que es como Las Meninas del cine me hizo una serie
de fotografías porque quería realizar un filme sobre Goya Joven en el que yo desempeñaría el papel principal”.
Lo sorprendente de Gregorio Prieto es,
naturalmente, el propio Gregorio Prieto. Su dilatada existencia cuya
identificación cronológica es empresa imposible de concretar, le permite poseer
una de las memorias artísticas más ricas de anécdotas y conocimientos
personales. Su obra al igual que su vida es amplia y fecunda en
experimentaciones artísticas. Alabado por unos, y naturalmente, denostado por
otros, Prieto es, sin duda, uno de esos raros especímenes de la cultura que
consigue mantener la polémica y por
tanto, el interés sobre su vida y su obra.
Fase
literaria
Después de aquellas primeras
fotografías – algunas de las cuales muestro en esta exposición antológica –
vino una fase en la que la literatura irrumpe con fuerza. Nos dedicamos, tanto
Chabé como yo, a escribir textos sobre las fotografías. En 1945 el “postismo”
fue relanzado a través de dos publicaciones, Postismo y Cervatana, pero la verdad es que solo se llegaron a
imprimir un número de cada una de ellas. En este periodo surgen los nombres de
Carlos Edmundo de Ory, Sernesi y el propio Chicharro. Fue un episodio más”.
Quizá sea necesario a estas alturas de la charla intentar definir el
“postismo”, centro y eje de la misma: “el postismo”- señala Gregorio Prieto –
es una especie de realización de sueños, o sueños que se hacen realidad, con
muchísimas ramificaciones para desarrollar un arte libre, sin trabas de ninguna
especie, contando con la genialidad innata, aquella que se posee desde el
nacimiento. El “postismo” te lo permite todo siempre que haya una calidad
trascendente. Se ha ido haciendo él solo. Se le puede llamar “postismo” o de
cualquier otro modo. No existe existiendo”.
“Esta es la primera exposición que se
hace básicamente “postista” llamémosle así, aunque lo mismo podría llamarse
Juan o Perico porque el “postismo puede expresarse a lo paleto, como puede ser
cosa arcangélica o divina, que cogidos del brazo los dos conceptos pueden crear
su arte “postista”. Se defiende de todo evadiéndose o afrontando cara a cara
las situaciones, y es como el misterio, que puede ser claro como la luz del sol
o misterioso en tinieblas que pueden ver la forma. Es algo como el milagro, que
se razona.
“Entretén”
“otra de las partes de la exposición –
explica su autor – se llama “Entretén”. Se
trata de libros con ilustraciones y textos mios y prefacios de Eduardo Chicharro,
Carlos Edmundo de Ory, Ángel Crespo y Ramírez de Lucas. La idea con estos
libros es la de llegar a un total de siete, que conformaran la colección Entretén-Postista. El primer número, Toro-mujer, se editó en 1949. Después le
sucedieron los Niño-Mosca, Macho-Machungo
y Doña Berenguela-estatua viva. A ellos les sucederían libros que aún no
han aparecido y que se llamarán Doña
Tora-mulotora, Genio de los genios-geniazos y el séptimo y último que no
tiene título, por el momento”.
Pop-art
La exposición, que a buen seguro
sorprenderá por su aparente caos, bajo el que subyace un nexo de unión que no
es otro que el caótico Prieto, incluye también una serie de cuadros de “sus
molinos”, probablemente la serie más popular de su creador. “Yo no quería
exhibir ninguno de mis molinos – matiza el pintor – porque es una imagen tópica
de mi obra, pero por atención a los organizadores que me pidieron alguno,
llevaré varios ya que en el fondo son muy queridos por mí. Esta será una
exposición distinta.
La verdad es que ya estoy harto de esas
exposiciones de veinte o treinta cuadros, el trabajo de dos años, para luego
comprobar si se venden o no se venden. Eso no me interesa. Esta exposición se
abre con una especie de obra “postiza”, realizada por mí a los siete años y que
se llama Mi queridísima tía, homenaje
a mi madrastra y es como el origen de las obras que hice después con manos y
flores. Expongo también algunas obras de lo que llamo postismo-pop-art. Uno de ellos se titula Arcangélica entrada en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
en el que hay siete arcángeles con escopetas defendiendo mi entrada en
aquella institución”. Y lo comenta sin ningún reproche hacia una Academia que
sistemáticamente le negó la entrada.
Luis Cernuda le dedicó dos poemas a su gran amigo Gregorio
Prieto, “Jardín antiguo”, fechado en Londres en 1939, y “El amigo”, escrito la
Nochebuena de 1944.
Jardín antiguo
Ir
de nuevo al jardín cerrado,
Que
tras los arcos de la tapia,
Entre
magnolios, limoneros
Guarda
el encanto de las aguas.
Oír
de nuevo en el silencio
Vivo
de trinos y de hojas,
El
susurro tibio del aire
Donde
las almas viejas flotan.
Ver
otra vez el cielo hondo
A
lo lejos, la torre esbelta
Tal
flor de luz sobre las palmas:
Las
cosas todas siempre bellas.
Sentir
otra vez, como entonces,
La
espina aguda del deseo,
Mientras
la juventud pasada
Vuelve.
Sueño de un dios sin tiempo.
El Amigo
Los
lugares idénticos parecen,
Las
cosas como antes,
Más
él no está, ni luz, ni las hojas,
Y
en esta calma hacia el final de año,
Llevas
la soledad por toda compañía.
Es
grato errar afuera,
Ir
con tu sombra, recordando
Lo
pasado tan cerca en lo presente,
Crecida
y su flor sin tiempo.
¿Es
esta soledad si así está llena?
El
mediodía ahora, con su cielo
Que
se acerca velado
Al
río de aguas ciegas,
Vuelve
hacia ti la historia,
Íntimo
y silencioso como un libro.
En
su sosiego crees
Que
una forma ligera se encamina
Dulcemente
a tu lado,
Como
el amigo aquel, cuando las hojas
Y
la luz, luego idas con él mismo.
Le
llamas ido, y no semeja
Su
vida, transcurriendo a la distancia,
Espectro
de la mente hoy,
Sino
vida en la tuya, entre estas cosas
Que
le vieron contigo.
Negado
tu deseo, hallas entonces,
Que
si tocas tu mano es como su mano,
Que
si miran tus ojos con sus ojos,
Y
tu amor en ti mismo
Tiene
cuando le dio y en él perdiera.
No
le busques afuera. El ya no puede
Ser
distinto de ti, ni tú tampoco
Ser
distinto de él: unidos vais,
Formando
un solo ser de dos impulsos,
Como
el pájaro solo hacen dos alas.
Al estallar la
Guerra Civil, Gregorio Prieto se refugiará en Londres, donde se reencontrará
con Luis Cernuda. Se habían conocido en 1924 durante una tertulia en casa de
Concha Albornoz. Pero sería a partir de 1939, durante el exilio en Gran
Bretaña, cuando, a pesar de sus diferencias de carácter, se consolida su
amistad. Ambos se separarán en 1947 cuando Cernuda marcha a Estados Unidos.
“Pertenece
Gregorio Prieto a una generación artística española, que poco antes de la
guerra civil había alcanzado plena madurez, compuesta casi exclusivamente de
pintores y poetas, como ocurre con Federico García Lorca, lo plástico se
superpone a veces a lo lírico, en cambio en algunos de sus pintores, como
ocurre con Gregorio Prieto, lo lírico se transparenta a veces bajo lo plástico”.
Luis Cernuda.
1944.
Frontispicio para el programa de una exposición de dibujos y pinturas
inspirados en la obra de García Lorca, Heffer´s Gallery, Cambridge. Octubre,
noviembre de 1944.
Prieto desde el
exilio mantendrá viva la memoria de García Lorca, así en 1939 realiza los
decorados de “La Zapatera Prodigiosa”. Representada
en el King´s College. Ese mismo año
publica el libre “García Lorca as a
Painter” y a partir de entonces, incluye sus retratos en varias
exposiciones. En 1949 analiza el color en la poesía y los dibujos de Lorca en
la introducción del libro “Dibujos de
García Lorca”.
En 1949,
Gregorio Prieto, regresará a España, donde continuará desarrollando su obra
artística y manteniendo viva la memoria de su amigo, en 1969 publicará “Lorca en color” y en 1972 “Lorca y su Mundo Angélico”. En 1979
colabora en el cuaderno 13 dibujos de Lorca, editado por el Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC).
Gregorio
Prieto muere en la Residencia de ancianos de Valdepeñas
Gregorio
Prieto, pintor manchego de 95 años, uno de los últimos y más originales
representantes de la Generación del 27, amigo de Lorca, Cernuda y Aleixandre,
murió a las seis de la madrugada en la Residencia de Ancianos de Valdepeñas,
donde había ingresado, por decisión propia, en 1988. Artista culto, y refinado,
formó parte de los principales movimientos de vanguardia españoles, y destacó
como dibujante al servicio de una poética surreal de ensoñaciones arcádicas. A
su vuelta del exilio en Londres, donde vivió con Luis Cernuda. Prieto
sobrevivió como retratista de la clase alta y paisajista, y perdió prestigio
por su excesivo mercantilismo.
Gregorio Prieto
fue ingresado el 5 de octubre de 1992 en
el hospital Gutiérrez Ortega de Valdepeñas con una infección pulmonar. En ese
momento se temió por su vida, pero logró recuperarse y fue dado de alta dos
semanas más tarde. En la madrugada del día 14 de noviembre murió en la
Residencia de Ancianos a causa de una trombosis. La capilla ardiente quedó
instalada sobre las 14:30 en la Fundación que lleva el nombre del pintor, y el
funeral se celebró en la Parroquia Nuestra Señora de la Asunción. Prieto quedó
inválido en 1975 tras una caída en su casa de Madrid, y decidió en 1988
trasladarse a Valdepeñas, su ciudad natal, e ingresar en la Residencia de
ancianos.
Gregorio Prieto
nació el 2 de mayo de 1897, y cursó estudios en la Escuela de Bellas Artes,
donde fue compañero de Rafael Alberti. En 1919 realizó su primera exposición,
en el Ateneo de Madrid, que fue inaugurada por la Reina Victoria Eugenia.
Cinco años más
tarde inició una intensa amistad con Federico García Lorca. Expuso sus pinturas
en Roma, Paris y Estados Unidos, y en 1937 fue seleccionado para participar en
el pabellón de España de la Exposición Internacional de París con su cuadro “Luna de miel en Taormina”, pintura que
desapareció en esa muestra y fue encontrada 50 años más tarde en los sótanos
del Palacio Albéniz de Barcelona.
En 1948, tras
volver de su exilio londinense, realizó una exposición en el Instituto
Británico de Madrid y recibió homenajes en Madrid y en Barcelona. 1968 fue un
año importante para el artista, ya que se constituyó la Fundación Gregorio
Prieto de Valdepeñas. En la actualidad esta institución posee el museo Gregorio
Prieto de Valdepeñas, inaugurado en
1990, y donde se encuentra una gran parte de su obra, además de originales de
Picasso, Miró, Chagall, Chirico, Alberti y Lorca, entre otros. El día de la
inauguración le fue impuesta la medalla de oro de Castilla-La Mancha. Gregorio
Prieto recibió anteriormente, en 1982, la medalla de las Bellas Artes.
Prieto recibió
su última distinción en 1990, cuando fue nombrado académico de honor de la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando. Los miembros de la Academia salieron
de Madrid, por primera vez en su historia, para imponerle la medalla a Gregorio
Prieto en el museo que lleva su nombre, ante la imposibilidad de éste de viajar
a Madrid. Un grupo de historiadores del Arte, preparan en la actualidad una
muestra antológica del artista.
Centenario de Gregorio Prieto
2 Mayo 1997
Para superar el tópico[6]
En torno a Gregorio Prieto y su obra, a falta
documentación seria, han crecido como
ortigas en un muradal tópicos, lugares comunes e ideas preconcebidas para todos
los gustos. Lo mínimo que se puede decir es que el pintor valdepeñero
desaparecido ahora hace cinco años suscitó entonces y continúa suscitando ahora
sentimientos encontrados. El tópico más al uso, poniendo entre paréntesis la
primera parte de su obra, la más internacional, lo identifica con molinos de
viento, folklore, marineros, ruinas, maniquíes, escenas con resonancias
eróticas y homosexuales, y mucho retrato relamido de la alta sociedad. Y es
cierto. De todo eso hay en la obra de Gregorio Prieto, pero visto e
interpretado en un contexto que es lo que falta o lo que todavía está a medio
hacer. De momento, es probable que esta situación continúe cabalgando a lomos
de la costumbre algún tiempo; pero los años no pasan en balde.
Cinco años después de su muerte están a
punto están a punto de aparecer dos libros que resultaran fundamentales para
entender la obra del pintor en su contexto histórico y dentro del flujo y
reflujo de la pintura del siglo XX, desde los ismos a la abstracción, y vuelta a la figuración y al realismo.
Vicente Nello, gerente de la Fundación Gregorio Prieto, por un lado, y José
Corredor-Matheos, crítico de arte, por otro, tienen avanzados sendos estudios
que se convertirán, a buen seguro, en puntos de referencia inexcusables a la
hora de interpretar y comprender la figura del desaparecido pintor valdepeñero.
La necesidad de estas obras era
evidente desde que en 1987 la Junta de Comunidades organizara la “Gregorio
Prieto. Exposición Antológica”, en la que, a juicio de los críticos, la
información científica y catalográfica que se ofrecía era cuando menos
“pintoresca”. Los textos que ofrecía el catálogo, en los que Juan Ramírez de Lucas decía “…en las
notas que siguen no hay ni una sola fecha, no hacen falta; las fechas siempre
están dispuestas al olvido”, fueron tomados con mucho retintín y hasta con
rechifla en algunas enciclopedias de arte. Esta falta de fechas, una apoyatura
necesaria para conocer e interpretar la obra de cualquier artista, ha sido
remediada en el Diccionario de Arte publicado a primeros años por la Biblioteca
de Autores Manchegos, donde se hace una panorámica genérica de la obra de
Gregorio Prieto ligándola a fechas concretas y exposiciones definidas.
Pero una página y media o dos no son
suficientes para acabar con un problema
de fondo. De ahí la necesidad de recurrir a las citadas monografías que están
ya muy avanzadas. Quienes sólo hayan conocido al Gregorio Prieto de los últimos
años, un anciano recluido en un convento de monjas muy preocupado por salir
acicalado en las fotos; quienes conserven de él la idea de traer (algunos le
dan a este verbo el significado de recluir) a su Fundación de Valdepeñas toda
su obra: quienes no se hayan fijado más que en sus galerías de retratos de la
sociedad que le tocó vivir: una sociedad muy pacata, evidentemente cultivan una
idea real pero excesivamente parcial de la obra y personalidad del pintor
valdepeñero.
Prieto, un artista que se había codeado
con lo mejor de la generación del 27 y que había producido a gran altura antes
de la guerra civil, cuando volvió a España, tras permanecer diez años en
Inglaterra, era prácticamente un desconocido y tuvo que abrirse paso como pudo.
Esta necesidad vital perjudicó mucho su imagen global de artista. Hoy,
afortunadamente, los tópicos sobre Prieto y su obra van cayendo uno a uno,
mientras emergen con fuerza todas y cada unas de las etapas del
Paular-Aranjuez, 1916-1920; la francesa 1920-1930; la greco-italiana 1930-1936;
la inglesa 1936-1948, y la última, a partir de ahí. Después de analizar
someramente cada uno de eso periodos, el autor del capítulo “El Arte de la
postguerra” de “Summa Artis” concluye: “Me parece que la vida de Gregorio
Prieto ha discurrido en medios que cabría llamar de alta sociedad y alta
burguesía, pero sus pinturas no tiene la culpa de ello. El artista realiza una
obra interesante durante su estancia en Roma y en España en los años de la
postguerra, una pintura en la que articula tradición clásica y modernidad
surrealista, al igual que hicieron otros españoles que estuvieron también en
Italia en esas mismas fechas”.
En los ambientes provinciales se ha
puesto también de relieve en los últimos años la contribución de Prieto al
desarrollo del postismo, movimiento puramente español y en cierta forma manchego,
y del surrealismo; dos formas artísticas en las que jugó un papel importante.
Fue cofundador del primero junto con Ángel Crespo, Antonio Fernández Molina,
José Fernández Arroyo, y sobre todo, Eduardo Chicharro, con quien congenia
durante su estancia en Roma.
La contribución de Gregorio Prieto al
surrealismo, a través de su actitud personal cuando estaba en Roma y por medio
de las realizaciones fotográficas que ensaya conjuntamente con Chicharro, está
a su vez con íntima relación con el movimiento postista.
Postismo, surrealismo, retrato de la
alta sociedad, paisaje manchego: todo este material, venido a parar a
Valdepeñas, clasificado por Vicente Nello e interpretado por Corredor-Matheos
dará pie a nuevas lecturas que tendrán por resultado casi seguro la superación
de lo tópicos que han crecido en torno al discutido y discutible pintor
valdepeñero.
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