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Friday, August 17, 2018



JUAN LEÓN

Juan León y López, nació en Sevilla el 2 de septiembre de 1788, y murió en Utrera el 5 de octubre de 1854.
El célebre torero Juan León (el de la copla) nació en Sevilla capital, que como tantos toreros de su época, pasaron su niñez en el famoso Matadero sevillano, adiestrándose en el arte del toreo, bajo la dirección y el auspicio del célebre Francisco Herrera Guillen, continuando después, como banderillero, hasta conseguir el beneplácito del público, que algo tuvo que influenciar la enseñanza que de su maestro recibió, que no poco influyó en sus dotes y cualidades, asimilándolas a su forma y maneras de torear.

Así se deja conocer por la historia de este torero, que siempre supo sostenerse a una gran altura digna del nombre que adquirió, elevándose si cabe, hasta que por razón de su avanzada edad abandonó la profesión; y aún en este caso debemos decir que Juan León, nunca fue viejo para el toreo. La falta de agilidad, la suplió por el Arte que tan hábilmente poseía.
Su Arte con la muleta fue sin límites, manejándola extraordinariamente. Nadie le vio en situaciones violentas, cuando un toro se defendía con aspereza y derrotas, por el contrario, siempre inspiraba nuevos recursos, que le evadían del peligro, que le pudiera la peor condición de los toros, que, al rigor de su espada, morían.
Como hemos dicho, Juan León recibió las primeras lecciones de Curro Guillén, que, acogiéndole desde niño bajo su protección, sacó de él a un distinguido banderillero. No era en el tiempo a que aludimos muy general, que los diestros que ocupaban un lugar de esta clase fuesen aplaudidos con entusiasmo por los espectadores, pero Juan León, con algunos compañeros de la época, alcanzó este triunfo, disputándose a la vez con sus contemporáneos el lugar más preferente que a semejante situación era dada. Por ello mereció el nombre de sobresaliente que ninguno le disputó jamás.

LA COPLA DE JUAN LEÓN
Más flamenco no lo había, 
en la villa de Madrid, 
cuando fue de Andalucía, 
a la corte a presumir. 

Y con Cúchares y El Tato, 
en el Café de la Unión, 
se ufanaba de arrogancia, 
el torero Juan León. 

Como reluce, como reluce, 
la gran calle de Alcalá, 
como reluce, como reluce, 
cuando suben y bajan, 
los andaluces, los andaluces, 
y reluce más que el sol, 
cuando con su traje corto, 
la pasea Juan León. 

A Paloma, moza brava, 
puso cerco Juan León 
pero ella se burlaba, 
del mocito rondador. 

Curro Cúchares y El Tato, 
en el Café de la Unión, 
un cantar muy conocido 
dijeron al fanfarrón. 

Ya no reluce, ya no reluce, 
la gran calle de Alcalá, 
ya no reluce, ya no reluce, 
cuando suben y bajan, 
los andaluces, los andaluces, 
que al torero Juan León, 
una madrileña guapa, 
le ha robado el corazón.

Compositores: García Padilla, León, Quiroga y cantada por la gran Marifé de Triana. 

Llegó una época para Juan León, en que dominaba las suertes concernientes a su clase, y en la que era preciso ocuparlo en otras más difíciles, y se le propuso la de ser toreros. Aceptó como era de suponer, y bien pronto se confirmó la idea de que esta elevada situación, era la más compatible a la inteligencia de este diestro, y a fuerza de voluntad con que al toro se lanzase. Pocas advertencias fueron necesarias para imponerle de lo que debía practicar.
Una inteligencia consumada demostró bien en breve, y esta reunida a su agilidad y a la especialidad de sus recursos, lo elevaron en poco tiempo, organizándose unas simpatías generales en cuantas plazas se presentaba.
Negar que las consideraciones que el público dispensaba a Juan León, no eran remuneradas por este, seria faltar a la verdad y no discurrir sobre el aprecio que este buen torero mereció de cuantos veían su manera de torear. Difícilmente puede hallarse más completa uniformidad de pareceres entre los espectadores, cuando se trata de un buen torero, y Juan León era esto una consecuencia de las simpatías que inspiraba.
Inteligentes y profanos, se declaraba por este célebre torero, porque a los primeros no molestaba con exposiciones, que siempre son repugnantes, y a los segundos complacía por la manera oportuna de aplicar su arte a las difíciles suertes que el toro le presentaba. Tal concepto mereció en sus buenos tiempos, y desde poco después de lanzarse a ocupar un puesto en el escalafón de matadores.
¿Cómo negar a este célebre torero una superioridad, respecto a los demás, que existieron en sus buenos tiempos? Sin competidor notable que le estimulase, sin elementos capaces de prestar alguna idea y sin más recurso que los antecedentes adquiridos del inolvidable Curro Guillén, supo crearse un método, que a la vez metodizaba y conducía a la perfección, pero no digamos que este era forzado, no, era el más a propósito para la lidia, puesto que a todos agradaba y a todos satisfacía. Las notabilidades que en los primeros tiempos de Juan León alcanzó este a ver, y el buen trabajo que otros antiguos diestros practicaron en época anterior, en que este pudo adquirir igual los conocimientos taurinos, a razón que se formaba en su manera de manejar los trastos de matar, tal era su convicción de que este método adquirido de su maestro Curro Guillén y regularizado después con proporción a sus dotes físicas, era el más útil y beneficioso. La experiencia demostró más tarde, que su opinión en esta parte fue la más acertada, puesto que bajo ningún concepto hubiera disfrutado jamás otra reputación más distinguida que la adquirida en su carrera, conservada íntegra en su larga vida torera y aun después de su retirada del mundo taurino.
Juan León fue siempre uno de esos matadores que, ya excusados con su agilidad, bien por la natural defensa que desde luego se creó con la muleta, y por su gran valor para con los toros, se contentaba con muy escasos pases para lidiar y estoquear; si el toro resultaba muerto de una estocada, su triunfo estaba ya conseguido, puesto que a la prontitud iba unido el lucimiento; pero si en caso contrario el toro no caía y necesitaba otra estocada, Juan León no titubeaba en darlas precipitadamente, porque sin duda obraba en él la convicción de que este periodo en la lidia del toro debe ser breve y pasajero.
Otra causa existe, y es, de que este aventajado torero utilizaba la suerte del volapié con más frecuencia, y la anteponía a las demás suertes, que por entonces se conocían. Por esta y por otras muchas razones, los aficionados que no eran partidarios del arte de Juan León, lo criticaban.
¿Y esta era razón para juzgarle así? Los que de tal modo opinaban, ¿no veían las cualidades físicas del torero? En su talla, en sus elementos físicos y en todas las demás particularidades de este diestro, ¿cabía otro sistema que proporcionara mayor seguridad y lucimiento? El toreo de Juan León satisfacía a la mayoría del público, y el mismo también se satisfacía su entrega para con el toro. Pero no se diga por eso, que esos arbitrios son ajenos del arte. Por el contrario, son necesarias muchas cualidades y poseerlas con sobrada perfección, para adquirir en dilatadísimo periodo, el crédito y justa fama que siempre mereció el matador de toros cuyo juicio nos ocupa.
Llaman matador de sorpresa al diestro que, con el auxilio de su muleta, arregla la cabeza de los toros en menos tiempo que otro que ha sabido regularizar su acción y manejo para adquirir una completa defensa; que sin eludir ninguna de las reglas establecidas en el arte de torear, consigue matar un considerable número de reses, y que siempre se hallan ocasiones para aplaudirle y vitorearle, no puede con justicia censurársele ni darle otro título que consumado matador de toros y distinguido diestro. Tal es nuestro parecer y el de cuantas personas reflexionen antes de aventurar una expresión, que sin duda alguna es ajena al mérito que reconocidamente poseyó este torero. Recordemos su manera de lidiar a los toros, su defensa con la muleta para con todas las situaciones en que los toros se colocaban, y esto sólo bastará para que le aclamemos con entusiasmo, porque tal es el efecto que produce lo bien entendido, lo útil, lo provechoso y lo que se adapta al gusto y capacidad de todos.
Sentimos que la falta de documentación no nos permita decir de él cuanto se merece ciertamente en el concepto de los imparciales, un hombre cual el de que tratamos fue siempre apreciable para los que en algo tienen las especialidades de su país, y para las que distinguen el mérito donde quiera que lo hallen. Quisiera, por lo tanto, dejar consignados sus hechos más notables, para que se inmortalizaran cual el de otros muchos que exponemos.
Nos resta comentar de este aventajado torero, que sólo a sus grandes conocimientos le hubiera sido dado, más que a ninguno de los de su clase, defenderse de las reses a tan avanzada edad. Ya pasaba de sesenta años cuando toreó por última vez, y falleció el año 1854 en Sevilla, no dejando a su desconsolada familia más medio de subsistencia, que el recuerdo de su honradez.

CRONOLOGÍA


*Juan León, como tantos toreros sevillanos de la época, en sus primeros años de aprendizaje tuvo lugar en el famoso matadero de Sevilla, concurrido por tantos “maletillas” jóvenes, que luego, algunos, serían famosos.
Aquí en este matadero sevillano, también empezó Juan León haciendo sus “primeros ensayos” de torero, bajo la dirección y auspicios del célebre Curro Guillén. Entrenamientos continuos hasta conseguir una técnica del toreo de la época, hasta conseguir una distinción, en que algo debió contribuir las instrucciones que de su maestro recibiera, pero no poco influiría sus dotes y cualidades, las más adecuadas para la profesión. Así se dio a conocer.

*Juan León tomó la alternativa, en Madrid, en la “Plaza de la Puerta de Alcalá, el 29 de abril de 1821. Su padrino fue Francisco Herrera “Curro Guillen". Fue una gran figura de los ruedos, y destacó por su valor, raza y fuerza en el toreo.

*En la temporada 1814, en esta temporada figura en la maestranza de Sevilla, como banderillero, con el sobrenombre de “Costura”.

*Temporada 1816-1819, en esta temporada lidiaba como media espada, en la plaza de Madrid, el 8 de julio de 1816, destacó entre Cándido, Curro Guillén y el Sombrerero. Juan León, avecindado en la Villa y Corte, tras el alzamiento de Riego, se alistó en el cuerpo Nacional de Milicianos de Caballería, decisión que le permitió incrementar el número de contratos. Este mismo año toreó un festejo en Sevilla en honor del anterior general liberal.

*En el 1820, el 20 de mayo toreó en Ronda donde fue cogido, por el toro que mató a Curro Guillén, el gran maestro murió en minutos ante el desconsuelo de los allí presentes. En paralelo, se labró una gran popularidad gracias a su enconada rivalidad con El Sombrerero.

*En la temporada 1821-22, torea en Madrid como primer espada.

*Año 1840-50, sufre graves cogidas, a consecuencia de su forma de toreo, arriesgando, propio de un torero valiente.

*Y en la temporada 1851, el 25 de mayo es cogido nuevamente en Aranjuez por lo que decide retirarse de los ruedos.

*Murió en Utrera, provincia de Sevilla, el 5 octubre en el año 1854.

Inauguración: El 20 de agosto de 1845 se inaugura la plaza de toros de Almagro (Ciudad Real), con una corrida de toros en la cual actuó como único espada Juan León, y en ella se lidiaron toros de la ganadería de Vistahermosa.

Temporada 1851: el 25 de mayo es cogido en Aranjuez, por lo que decide retirarse definitivamente

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